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LA CRISÁLIDA

Pastor Manuel Cendales S.

 LA CRISÁLIDA

La presente nota editorial es el resultado de años de reflexión bíblica sobre el tema de la aflicción humana y particularmente la del pueblo de Dios. Por mis manos han pasado materiales seculares y cristianos que ilustran y opinan sobre el tema.

Le titulé LA CRISÁLIDA, por la nota que a continuación apunto, extractada del libro “Manantiales en el desierto” de la autora Mrs. Chas E. Cowman quien a su vez lo tomó de un tratado y con el cual quiero comenzar.

"Durante un año aproximadamente, guardé el capullo de una “mariposa emperadora”. Su construcción es muy peculiar: En una de sus extremidades tiene una abertura muy estrecha por la cual el insecto fuerza su salida. Es una maravilla ver que cuando el gusano sale del capullo, éste permanece tan completo como cuando contenía al insecto y no se nota que se rompan las fibras entretejidas cuando sale el gusano. La gran desproporción que existe entre la anchura de la salida y la grosura del insecto aprisionado, le hace a uno creer que la salida es imposible, la cual el gusano siempre realiza con gran trabajo y dificultad. Se supone que la presión a que el insecto se halla sometido a pasar por una abertura tan estrecha, es  una provisión de la naturaleza para forzar los jugos en las vasijas de las alas, las cuales en el  período de salida de la crisálida están menos desarrollados que en otros insectos. Observé los primeros esfuerzos que mi gusano aprisionado hizo para escapar de su largo encarcelamiento. Me paré toda una mañana observando con paciencia, de vez en cuando, los esfuerzos y la lucha que el insecto realizaba para salir del capullo. Parecía que no podía ir más allá de un cierto punto, hasta que por fin se me terminó la paciencia.

Muy probablemente las fibras de su confinamiento estaban más secas y eran menos elásticas que si se hubiese dejado el capullo durante todo el invierno en el lugar que la naturaleza lo había colocado. De cualquier forma, yo creí que era más sabio y compasivo que su Hacedor, y decidí echarle una mano. Con las puntas de mis tijeras corté los hilos aprisionadores para facilitarle la salida sin tanta dificultad.


Inmediatamente mi gusano salió con gran facilidad arrastrando su cuerpo hinchado y sus alitas arrugadas. En vano esperé ver el maravilloso proceso en que estos insectos se desarrollan con gran rapidez a la vista de uno. Al fijarme en los muchos lunares de diferentes colores que el insecto poseía en miniatura, anhelaba que estos asumiesen sus debidas proporciones y que el insecto apareciese en toda su belleza. Pero todo fue en vano. Mi falso sentimiento causó su ruina y él no llegó a ser otra cosa sino un aborto sin desarrollo, que pasó su breve vida arrastrándose penosamente, en vez de habérsela pasado volando por los aires con sus alas preciosas. Con mucha frecuencia me he acordado de esto cuando he observado con lástima a aquellos que luchan con el dolor, el sufrimiento y la calamidad. De buena gana hubiese cortado su disciplina y los hubiese rescatado. ¡Pero pobre miope! ¿Cómo puedo yo saber que estos dolores o gemidos son innecesarios? La visión del amor perfecto que busca la perfección de su objeto, no se acorta débilmente por el sufrimiento presente y pasajero. El amor de nuestro Padre es demasiado verdadero para debilitarse.


Porque Él ama a sus hijos, Él los castiga para que participen de Su santidad, mirando este glorioso porvenir, Él permite que sufran, haciéndolos perfectos por medio del sufrimiento como lo fue el Hermano Mayor. Los hijos de Dios son entrenados para la obediencia y llevados a la gloria por medio de mucha tribulación.
"(De un Tratado.)


Es un error trasquilar la Biblia e ignorar que el tema de la aflicción es una constante de Génesis a Apocalipsis, bajo la perspectiva del pecado, ésta es uno de sus frutos.

Desde la mísera óptica humana una injusticia, o en lo angelical un justo juicio, divino quizás; pero pocas veces reflexionamos qué sentido tiene para nuestro Dios omnipotente.

Si preguntásemos al Maestro Divino si puede darnos su punto de vista  comenzaría seguramente diciéndonos "En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo"(Juan 16:33). Así que según tal profecía, es promesa divina, por tanto, es ciertísimamente ineludible. Ningún punto de vista, aparte del nuestro, nos da un sentido tan claro como el de la teología de Pablo, quien descubre el multiforme propósito de Dios en el sufrimiento.

1.
"Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse."
Romanos 8:18

No tengo la menor duda que la aflicción nos permite comparar nuestra estancia en un mundo de pecado y anhelar lo que se nos ha otorgado en gracia, por la obra de la cruz, que es la eternidad donde toda lágrima será enjugada. No habrá más dolor, la muerte vencida, el gozo y la paz eternos compañeros para siempre con nuestro Padre Celestial. Pensando en ello Pablo dijo: "Para mí el vivir es Cristo y el morir es ganancia"(Filipenses 1:21). Compare cualquier dolor, amado lector, con lo que le espera en la gloria y recibirá alivio y consuelo, entendiendo que el mismo sólo contribuye a hacerlo un creyente más firme y fuerte.

2.
"Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado."
Romanos 5:3-4

La prueba de nuestra fe, traducida en aflicción, cumple con una preciosa labor, despertar en nosotros ese fruto ¡del espíritu llamado paciencia! Que difícil es esperar, la fe nos falta, desfallecemos y sin embargo, luego de tal tribulación nuestra elástica paciencia ahora es mayor y sumado a ello la prueba a la que fuimos sometidos, aviva en nosotros nuestra esperanza en que sólo en Cristo venceremos. Dependemos entonces, más de Él y de su amor.

3.
"el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios."
2a Corintios 1:4

Hay algo misterioso en el clamor de los hijos de Dios que logra provocar a Dios a actuar. Fueron los lamentos de los Israelitas, los que como en Egipto en muchas otras ocasiones, hicieron que Dios viniera a consolarlos. Sin embargo, luego ellos rehuyeron ser instrumentos de consolación para otros, se hicieron fríos, insensibles, legalistas,…¡fariseos!.

Sí, la aflicción conlleva consolación divina, la que de gracia recibimos, pero que de la misma debemos dar a otros.

4.
"Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria."
2ª Corintios 4:17

Es verdad que el hombre exterior se desgasta, aflicción tras aflicción, pero este fenómeno externo es inversamente proporcional a lo que pasa en nuestro hombre interior, la aflicción una vez culminada, fue la oportunidad providencial para que los músculos de la fe, confianza, paciencia y templanza se desarrollen en los hijos de Dios.

5.
"Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese."
1ª de Pedro 4:12
El creyente que no ha recibido la doctrina de la aflicción se ve sorprendido con "el fuego de la prueba" pues tal vez se le enseñó que una vez con Cristo, tenemos fin a los problemas y tribulaciones. Para aquellos que hemos conocido el evangelio verdadero y completo, sabemos que "el mundo nos aborrece" (1 Juan 3:13) y dichosos (privilegiados) somos cuando por causa de nuestra fe sufrimos de manos de impíos y en ocasiones de "piadosos". En la aflicción hallamos una señal de nuestra elección y allí nos identificamos con Cristo y somos retados e impelidos a la vez, a actuar como Él actuó, aprendiendo a ser mansos y humildes de corazón.
6.
"Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia." 
Hebreos 5:8

En tiempo de vacas gordas, gloriamos y alabamos al Señor, pero cuán distinto suele ser cuando padecemos. Creemos que tal vez Dios se está vengando de nosotros, pero no hay tal, solo nos está enseñando a ser obedientes y en esta pedagogía misteriosa si, pero bíblica, fue ejercitado el Mesías, ¡nuestro Señor y Salvador! Cuanto más nosotros los pecadores redimidos. No olvidemos al salmista diciendo "Bueno me es haber sido humillado, para que aprenda tus estatutos." (Salmo 119:71). Es decir, le obedezca.

7.
"Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar. Porque aún habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado."
Hebreos 12:3-4

Tendemos como Elías a creer que somos los únicos que sufrimos en este mundo, pero el autor de Hebreos quiso hacernos saber que la aflicción es propia de todos los escogidos en el mundo entero, donde quiera que se halle y cualquiera que sea su circunstancia, en todo caso, nuestro sufrimiento en gran parte obedece a la necesidad de corregir nuestra impiedad; tan distante de la santidad y obediencia absolutas de nuestro Divino Maestro.

Oremos sí, pero no cometamos el error de sentir lástima por ellos sino animándonos unos a otros declaremos a una sola voz. Si Cristo es por nosotros, quién contra nosotros.

Pastor Manuel Cendales S.
palabraprofetica@hotmail.com