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Nuestro texto Referencia
Se entregaron a un deseo desordenado en el desierto; Y tentaron a Dios en la soledad. Y él les dio lo que pidieron; Más envió mortandad sobre ellos. Salmo 106.14-15
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Mientras discurría en mi devocional pastoral el tema de los deseos y la importancia de estos a nivel personal, conyugal, familiar y ministerial pude ver la naturaleza y trascendencia de los mismos en la vida humana y lo determinantes que suelen ser, para bien o para mal, en nuestra vida y relación con Dios.
El hombre como imagen y semejanza de Dios fue dotado, si bien de manera limitada, de algunos de los atributos de Dios. Así por ejemplo en lo que atañe a ser “persona” como Dios es persona, el poseer poder intelectual, afectos naturales y voluntad. Los deseos son “movimientos afectivos hacia algo que se apetece”[1] Sin embargo no podemos olvidar que, como los ángeles, el ser humano fue hecho una criatura moralmente responsable. Y esta moralidad tiene como agencia la conciencia donde la ley de Dios está escrita a fin de que sea cual sea su deseo, lo coteje y gobierne para que la satisfacción de los mismos no vaya en contravía de la santa, justa y buena voluntad de Dios. Esto nos lleva a la claridad que si bien muchos deseos son intrínsecamente buenos, no siempre satisfacerlos es conforme a la voluntad buena , agradable y perfecta del Señor.
El deseo per sé por tanto es bueno y fue dado a fin de que el hombre sea enteramente feliz en su Creador el cual ha de ser el objeto supremo de sus deseos:


Anhela mi alma y aun ardientemente desea los atrios de Jehová; Mi corazón y mi carne cantan al Dios vivo. Salmo 84.2
En hebreo la palabra es avá, o kasáf; y en el griego apisuméo y juntas quieren decir: Codiciar, incitar, querer con vehemencia, anhelar, ansiar. La Palabra puede ser usada tanto en el sentido bueno como malo[2].
1. Los deseos y la caída.
Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella. Génesis 3.6

2. Los deseos y nuestra religión
Nuestro texto en referencia habla de la actitud asumida por Israel (el pueblo elegido) durante su peregrinar en el desierto luego de ser liberado con portentos y señales de la Gloriosa mano de Dios. El contexto histórico nos dice que a poco de salir de Egipto y sostenidos por la Graciosa y providencial misericordia de Jehová, recibiendo como alimento un fruto celestial, glorioso, el “maná" Deseosos de comer aquellas viandas a las que se habían acostumbrado bajo su esclavitud, murmuraron contra Dios, todo porque deseaban comer, saciar su deseo gustativo con aquello que habían dejado atrás sin ningún tipo de distinción o condición moral. leamos: Nos acordamos del pescado que comíamos en Egipto de balde, de los pepinos, los melones, los puerros, las cebollas y los ajos; y ahora nuestra alma se seca; pues nada sino este maná ven nuestros ojos. Números 11.5-6

Fue Pablo, quien al referirse a la comida dijo “Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica.”[3] Recordemos porque cambió Esaú su primogenitura ¿no fue por un plato de lentejas?[4] Un sencillo deseo satisfecho y la ruina total. Luego rogó a Dios que se la devolviera, pero esto, ni para Dios ya era posible, pués no solo había dicho a Isaac que su voluntad era que el mayor –Esaú- , sirviera al menor- Jacob- y lo cual negaría la fidelidad de Dios a su Palabra y decreto (Léase Romanos 9) sino que ahora le pertenecía a Jacob; a quien Dios siempre quiso otorgársela.
Los evolucionistas contemporáneos, incluyendo los que se hacen llamar “cristianos” asumen tacita o implícitamente que el hombre es un animal evolucionado y no cabe duda que dentro de su necia lógica hay que abonarles cierto grado de científica observación dada la conducta inmoral y réproba de los hombres impíos, pero tal observación es de vieja data y debidamente referenciada por el apóstol Judas con el epíteto de “animales irracionales”[5].
Pero respecto vosotros, los creyentes, de los que no es presumir, quieren hacer la voluntad de Dios deben traer a memoria todos aquellos ejemplos bíblicos de hombres piadosos que tuvieron que sufrir el castigo divino debido a su incontinencia moral, tales como el Rey David quien dio rienda suelta a su deseo por la mujer del prójimo llegando incluso al homicidio del marido de la tal[6].

Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra. ¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? Juan 4.34-35
Es decir los deseos, que son afectos en acción, han de someterse a la voluntad de Dios. Solo reflexione cual era el deseo de Cristo en el monte Getsemaní, sin embargo declinó para que se hiciese la voluntad del Divino Padre.
Si los deseos, como ya lo dijimos, son movimientos afectivos hacia algo que se apetece, es decir, en últimas, manifestaciones de las emociones. Y según el teólogo reformado Jonathan Edwards “La verdadera religión consiste principalmente de emociones santas” Dejemos que él nos explique ¿Que son las emociones o afectos?
“las emociones son las actuaciones enérgicas e intensas de las inclinaciones y la voluntad del alma. Dios ha dado al alma humana dos capacidades centrales. La primera es el entendimiento a través del cual examinamos y juzgamos las cosas. La segunda capacidad nos permite observar las cosas, no como espectadores indiferentes, sino como quienes, agradados o no agradados, gustando o no gustando, las aprobamos o rechazamos. A veces llamamos a esta capacidad inclinación. En su relación a nuestras decisiones, solemos llamarlas la voluntad…" … Hay dos maneras en las cuales los seres humanos respondemos con nuestras voluntades:
a) Podemos acercarnos a las cosas que vemos, gustando de ellas y aprobándolas.
b) Podemos alejarnos de las cosas que vemos, y rechazarlas.”[8]
Quisiera que note que Edwards dice podemos.
3.La batalla de los deseos.
Pablo es consciente de la lucha entre su vieja y la nueva naturaleza, entre aquellos deseos que aunque loables y que procuran bienestar son pecaminosos y los que verdaderamente agradan al Padre y que suelen ser incluso contrarios a nuestros intereses, pero apropiados para Dios y su Eterno decreto. Por tanto para su Gloria.
Para tratar de ser puntuales en cuanto a esta última porción Bíblica citaremos el cometario a los Gálatas de Henry T. Mahan: [ “La carne” es la corrupción de la naturaleza que todavía está

Noten que la clave de esta batalla, la victoria segura y garantizada esta en no satisfacer, no solo aquellos que en sí mismos son inmorales como el adulterio, el homicidio, la ira, la envidia; sino incluso aquellos que siendo buenos por naturaleza, no condenables sino que como dice Scougal [10] “son instancias de la sabiduría del Creador que nos fueron dadas para adornarnos como criaturas” no se dirijan al Deleite en Dios sino a cualquier otro objeto idolátrico.
¿Cómo empezó todo este caos y oscuridad humana? ¡Por un simple deseo! Un sencillo capricho satisfecho. Solo que lejano a la Protección y Bendición de Dios.
4. “Al enfermo lo que pida”.
Se entregaron a un deseo desordenado en el desierto; Y tentaron a Dios en la soledad. Y Él les dio lo que pidieron; Más envió mortandad sobre ellos. Salmo 106.14-15
Volviendo a nuestro texto referencia Israel enfermo de glotonería lujuriosa. No pide, exige a Dios carne y para que se cumpla el dicho popular “al enfermo lo que pida” …“ËL les dió lo que pidieron” Suele dar Dios gusto a justos e injustos. No en pocas ocasiones Dios complace al hombre a fin de probarle que los caminos que ellos consideraban derechos, son caminos de muerte. Viene a mi memoria la solicitud hecha por Israel al Señor en cuanto al deseo de tener un Rey humano, Su divina respuesta fue Saúl y trajo consigo mortandad y destrucción. No siempre el deseo satisfecho implica bendición.
Finalmente, y no por haber agotado el tema, al comenzar dije que es necesario que notemos cual relevantes son nuestros deseos y el complacerlos o no marcara el rutero de nuestra intima, grata, y gloriosa comunión con El Bendito Salvador. Pablo dice a los Efesios que anden en el amor de Dios… Que comprueben lo que es agradable al Señor … Que no anden en la ebriedad sino llenos del Espíritu Santo[11] de tal manera que podamos decir junto con el Salmista: ¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti?
Y fuera de ti nada deseo en la tierra. Salmo 73.25
Y fuera de ti nada deseo en la tierra. Salmo 73.25
Pr. Manuel Cendales S.
palabraprofetica@hotmail.com1 Diccionario DRAE.
2 El Creyente y la ley moral de Dios. Tom Montgomery. Pág. 109.Publicaciones Faro de Gracia.
3 1a Corintios 10.23
4 Génesis 25.29-34
5 Judas 10
6 2ª Samuel cap. 11-12.
7 Jueces Cap´13-16
8 Los Afectos Religiosos. Jonathan Edwards. Pág. 7. Publicaciones Faro de Gracia.
9 Comentario Breve a las epístolas. Gálatas, Efesios, Filipenses, Colosenses. Editorial Peregrino.
10 La vida de Dios en el alma del hombre. Pág. 44. Editorial Grand Radpis de Michigan.
11 Efesios 5