( Revista Palabra Profética. Décima Novena Edición. Año 2003)

Permítame amado lector recurrir a la única fuente segura y confiable, la Biblia, no solamente para líderes cristianos, sino para todos aquellos que somos de la fe de Jesús (Romanos 3:26). Fue en uno de los muchos momentos de confusión, de no entender mi llamado y no saber qué hacer, que al observar este versículo noté que contenía profundas enseñanzas para orientarnos, no siendo éste el único por cierto, pues la santa Escritura abunda y redunda en doctrina para desarrollar un liderazgo santo que agrade a Dios, aunque no siempre se considere exitoso por los hombres, lo cual no debe sorprender al “siervo de corazón íntegro” ya que al mismo tiempo al Señor Jesucristo le tuvieron por perdedor (Isaías 53:3-4).
“Apacentando Moisés las ovejas de Jetro su suegro, sacerdote de Madián, llevó las ovejas a través del desierto, y llegó hasta Horeb, monte de Dios.”
Éxodo 3:1

Suele Dios usar nuestras labores más cotidianas, nuestro oficio en la familia, como esposo, padre; en la empresa, como obreros o gerentes, en las labores más sencillas; siendo esto, un prototipo de lo que quiere Dios que desarrollemos en nuestro “quehacer ministerial”. Es decir, nuestra vida diaria suele ser un ejercicio para aplicar en el ministerio. Observemos lo dicho por el Apóstol Pablo a su discípulo Timoteo, en este sentido:
“Los que quieren ser ministros, primero deben gobernar bien su propia casa… ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?”
1 Timoteo 3:4-5.
Dios nos prueba, luego nos aprueba y establece ¡tremendo, verdad!
Vemos pues al ministro Moisés desarrollando una labor que posiblemente ignoraba, era preparatoria para graduarse llevando a Israel a la tierra prometida. Si leemos detenidamente, nuestra cita bíblica, hallamos cuatro elementos fundamentales, de nuestro itinerario pastoral.

“Apacentando”, es decir alimentando, cuidando, protegiendo, el rebaño de ovejas seguramente torpe, cegatón y rebelde. ¿No es acaso esta, la labor que debemos desarrollar diariamente, en la que debe hallarnos el Señor cuando regrese? El Señor Jesús preguntó a Pedro “¿me amas más que éstos?” El apóstol respondía positivamente, a lo que el Señor enfatizó añadiendo “entonces apaciente mis corderos” y hubo una tercera vez concluyendo el Maestro, “apacienta mis ovejas”.
En Segundo lugar, retomando lo dicho por Jesús, “mis ovejas.” Moisés, como usted y yo, guiaba ovejas que no le pertenecían, él fue siempre consciente de eso, eran de su suegro Jetro; cuanto más cuidado debió tener ¿verdad?, estamos bajo autoridad y hay alguien a quien debemos responderle. La importancia de esta sencilla verdad es relevante; si las ovejas no son nuestras ¿de quién son? Por supuesto que de Dios, y si es así , tendremos que responder por cada una de ellas, sean que vivan o mueran, se extravíen, caigan al hoyo, o las devore el lobo. Cuando pensamos en esto, no puede menos que embargarnos un profundo sentido de responsabilidad eterna por nuestra gestión. Recordemos al referirnos a la manada del Señor, a los justos de Dios, la enfática aclaración que Él hace al ministro Ezequiel: "si la oveja (el justo) se apartare de su justicia e hiciera lo malo y tú no cumplieses con tu función profética de amonestarle; él recibirá su paga de Dios, pero su sangre demandaré de ti, ministro infiel." (paráfrasis mío), Ezequiel 3.20.
Como sufren “nuestros” rebaños un alto precio, por nuestra confusiones ¿verdad?, que triste es saber que muchos dejan al garete el rebaño y otros abusan de su autoridad y manipulando vociferan “si sales de esta comunidad te secarás, no prosperarás, morirás inmediatamente” solo porque el verdadero dueño, Dios, las quiere establecer en otros pastos. Como cobra de importancia lo dicho por Pedro quien entendió la voz de su Señor.
“apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey”
1 Pedro 5.2-3.
En tercer lugar, “llevó las ovejas a través del desierto.”Esto probaba primeramente que Moisés conocía el desierto, donde estaban los nidos de escorpiones y serpientes, las regiones de lobos y chacales; pero también la ubicación exacta de los pozos de agua y los pastizales verdes. ¿Por qué entonces, ha de tomarnos por sorpresa que como profetas de Dios, nos hallemos constantemente en desiertos, pruebas y aflicciones? En tal caso ¿cómo guiar a la manada del Señor por lugares seguros, si no hemos explorado primeros el territorio? Notemos que nuestra labor es altamente eficaz en el desierto, con la oveja en prueba, haciéndose realidad lo dicho por el apóstol Pablo a los Corintios:

2ª Corintios 1.3-4
Y por Último, “las llevó a Horeb, al monte de Dios.” Vivimos tiempos peligrosos donde las ovejas del reino son llevadas a cualquier cosa menos a Cristo. El énfasis de nuestro mensaje, así como nuestra actitud determinará a dónde irán o a quién acudirán las ovejas.
Un mensaje condensado del tema “provisión material”, guiará a la avaricia. El que enfatiza desmedidamente en el “poder divino” llevará al creyente a depender en cada circunstancia del milagro y no de su actuar consecuente con su fe. O aquél que habla tanto y supremamente bien de sí mismo como profeta bíblico, llevará a la idolatría por el súper ministro. Sólo el mensaje Cristocéntrico, esto es, pecado, cruz y salvación, los llevará a Dios.
Sólo el énfasis proporcionado y correcto, llevará a la iglesia a depender de Dios y su bendita Escritura, y no de la visión, misión o de un hombre.
Salga de la confusión, con la Palabra divina, hallará luz en su caminar; no permita que las técnicas humanas o si quiere las diabólicas, le manejen; Dios le llamó, le equipó y quiere guiarle. Por confuso que esté, hallará claridad en su Escritura.
Imagínese usted, lo que experimenté frente a ese modelo pastoral; me sentí redargüido, retado, edificado, y lleno de consuelo, pues entendí que el modelo bíblico es perfecto, pues fue inspirado por Dios, ideado para instruirme y plasmado en la Biblia como guía segura en mi “quehacer ministerial!”.
Pr. Manuel Cendales S.