Pastor Manuel Cendales S.
¿Al enfermo lo que pida… o lo que necesita?
Texto Referencia: Hechos 3:1-6
Pedro y Juan subían juntos al templo a la hora novena, la de la oración. Y era traído un hombre cojo de nacimiento, a quien ponían cada día a la puerta del templo que se llama la Hermosa, para que pidiese limosna de los que entraban en el templo. Este, cuando vio a Pedro y a Juan que iban a entrar en el templo, les rogaba que le diesen limosna. Pedro, con Juan, fijando en él los ojos, le dijo: Míranos. Entonces él les estuvo atento, esperando recibir de ellos algo. Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda.
La presente reflexión busca que como Ministros de Dios, Pastores y Maestros llamados a proclamar la verdad diferenciéis de una manera cuidadosa y a la vez profunda, como con mano de cirujano que sabe que de su buen juicio depende la vida del paciente, la diferencia entre lo que el hombre pide y lo que realmente necesita. Es aquí donde radica la diferencia entre lo humano y lo divino, lo profano y lo santo. El predicar centrados en el hombre - “hombre-centrismo”- o centrados en Dios y su eterno e inmutable propósito. Es decidir, un mensaje “Dios-céntrico” que redunde en su Gloria. Para ello será necesario quitar la mirada de este texto, como un texto aleatorio (escrito y/o elegido al azar. Dependiente de algún suceso fortuito) sino que hemos de leerlo de una manera contextualizada, lo que incluye recordar que originalmente los textos bíblicos no traían numeración y tampoco divisiones y títulos de ciertas porciones escriturales sino que ello fue puesto allí por los editores a fin de “facilitar” nuestra lectura.
1. Las señales de los apóstoles
Sería muy facilista y acorde a la corriente “milagrera” de esta generación centrarnos en el milagro, y maravillarnos del mismo, lo cual sería natural, olvidando lo dicho por el apóstol Juan que todos los milagros de esta dispensación que empieza en la Gloriosa persona de Cristo y son extendidas durante la dispensación apostólica (fundación de la Iglesia Neo-pactual) fueron sencillamente “señales”.
Noten que Jesús en enfatiza en la FE tal como es definida en Hebreos 11.1. A lo que inmediatamente Juan aclara que los milagros no deberían ser tomados como un fin en sí mismo, más bien destellos de la Gloria de Dios a fin de corroborar que Cristo es quien dijo ser: El Mesías. Y que sus apóstoles y profetas, y no sobra decir inscriptores del Nuevo Testamento, serian el fundamento de la Iglesia.
A esta altura Ud. podría pensar que yo soy de aquellos que no cree en los milagros. No solo creo en los narrados en la Totalidad de las Santas Escrituras, sino que considero que Dios es soberano y hace lo que quiere[1] . Al igual que el Dr. Martin Lloyd-Jones quien al referirse a estos dice que son “intervenciones extraordinarias de la providencia, o en otras palabras milagros… (En donde Dios) obra de una manera inmediatamente, directa, y sin causas segundas” [2] Pero el mayor de todos los milagros incluso por encima de la conversión de nuestras almas, es el de la bendita encarnación y resurrección de Cristo, luego de dar su vida por su Iglesia. La médula del Evangelio.
Si miramos atentamente el contexto de nuestro pasaje en referencia veremos que esta señal apostólica se da entre el primer sermón del apóstol Pedro en pentecostés, donde tres mil viene al arrepentimiento Hechos 3.37-42 y su segundo en el Pórtico de Salomón. En ambos casos predica el Evangelio de Cristo y acusa a los oyentes de violar el sexto mandamiento (Hechos 2.36 y 3.14-15). Reafirmando que el propósito de las señales, confirmar que no solo los apóstoles sino que su Evangelio era el único y verdadero.
2. Lo que le hombre pide
Volviendo a nuestro texto en referencia, vemos que al ver a aquellos hombres que se acercaban, el cojo de nacimiento pide dinero. ¿Cómo hubiera encajado esto con el mensaje contemporáneo de la prosperidad? No hay duda que descontextualizado encajaría perfecto. “Al enfermo lo que pida” seria la el refrán de cajón. Y qué decir los del “evangelio social” cuya prioridad es el bienestar del hombre “aquí y ahora” sin importar mucho su bienestar eterno. Y ni hablar de las “campañas de sanidad” es el texto predilecto de sus campañas.
Ahora bien, Cristo sano particularmente algunas enfermedades, no todas. Y si estas sanidades eran señales no hay duda que hay un significado a relevar en ellas. Por ejemplo es notorio que sano leprosos, ¿que nos quería decir? , bueno, creo que Isaías nos puede ayudar:
Cristo, dio la vista a ciegos. Una de las maldiciones de la desobediencia a la palabra, al precepto, a la voluntad, la ley de Dios es anunciado por Moisés:
Juan dice que la Luz (Cristo) vino al mundo pero los hombres amaron más las tinieblas que la Luz. Y de los que se arrepintieron y creyeron en Cristo y su obra redentora no dice acaso en otra parte de la Biblia que él les traslado de las Tinieblas al Reino de la Luz.
El punto aquí es este: Las enfermedades tipificaban o ilustraban (elija Usted) la condición espiritual del hombre en la mayoría de los casos de intervenciones milagrosas del Espíritu de Dios. No hay duda que la resurrección de Lázaro revela la realidad predicada por Cristo: EL es la resurrección y la vida. El que cree en Cristo aunque este muerto vivirá.
Este hombre pide dinero a los siervos del Señor, a aquellos que Dios ha elegido para ser administradores de su Gracia. Cojo de nacimiento, había perdido toda esperanza. Y en su condición solo ve el “aquí y el ahora” ¿Qué pide el hombre contemporáneo? Todo aquello que le “garantice” su bienestar transitorio por esta tierra. La siguiente pregunta es cómo debe responder el “hombre de Dios”.
Demasiados ministros predican lo que el hombre quiere oír. Concentrados están en atender lo que le hombre pide y no en lo que el hombre realmente necesita a saber: EL EVANGELIO DE JESUCRISTO. Pecado, cruz y salvación.
3. No tengo oro ni tengo plata
Cuando Jesús dijo a sus discípulos que oraran para que Dios enviará obreros para la mies, no hay duda que estaba pensando no en “pastores asalariados” que huyen cuando sus intereses no están resueltos sino hombres dispuestos a dar su vida por las ovejas. Una de las mayores quejas del ministro contemporáneo es su pobreza económica y es tal la preocupación que presionado por iconos falsos impuestos por los “vendedores de falsas ilusiones” que creen que el ministerio es la perfecta plataforma hacia la riqueza y poder. ¡Cuán equivocados están! Usted podría pensar, quien esto escribe no sabe… je, je, je. Permítame decirle que entiendo perfectamente lo dicho por Pablo a los filipenses:
En gran manera me gocé en el Señor de que ya al fin habéis revivido vuestro cuidado de mí; de lo cual también estabais solícitos, pero os faltaba la oportunidad. No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Filipenses 4.10-13
He subrayado aquello que define mejor la condición de este, nuestro pequeño y humilde ministerio. La lectura de la respuesta de Pedro al Cojo no ha de tomarse a la ligera. ¡Se le quedo la chequera! No. Realmente no tenia lo que el hombre le pedía, pero tenía lo que el pobre hombre no pedía pero que urgentemente necesitaba.
No es que no debamos ayudar en sus necesidades al prójimo hasta donde más nos sea posible. No que nos duela su condición paupérrima y hemos de ayudar hasta donde nos sea posible. Pero esa no es nuestra prioridad. En el mismo libro de los Hechos vemos como se suscitaron ciertas discusiones entre hebreos y griegos por el cuidado y ayuda material que la Iglesia pudiendo debía otorgar las viudas, lo huérfanos etc. Los apóstoles no se hicieron esperar, nombraron personas para ello, pero sobre todo, declararon cual era su prioridad:
Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra. Hch 6:4
4. De lo que tenemos debemos dar.
Pedro, con Juan, fijando en él los ojos, le dijo: Míranos. Entonces él les estuvo atento, esperando recibir de ellos algo. Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda.
Dios nunca dijo id por el mundo “montad fundaciones” competid con “María Teresa de Calcuta”. Eso de repartir y dar a los pobres, querido lector, es un valor agregado. El dijo:
… Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado. Mar 16:15-16.
Alguien dijo que hay que diferenciar entre lo urgente y lo prioritario. El predicarles el Evangelio es tanto lo Urgente como lo prioritario.
Todo hombre que se precie de haber sido genuinamente llamado por Dios al ministerio podrá o no tener ciertos recursos materiales para ayudar a los necesitados. Pero sin duda tiene lo URGENTE Y PRIORITARIO que el hombre necesita EL BENDITO EVANGELIO DE CRISTO.
Quizás algunas mentes divaguen y otras pregunten ¿a que hace alusión la sanidad de este cojo según el punto de vista y exégesis del escritor del presente artículo? Créame yo también me lo pregunte y sin querer forzar la escritura, manteniendo el principio de que las señales eran evidencias de realidades espirituales me halle con este texto:
Por lo cual, levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas; y haced sendas derechas para vuestros pies, para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado. Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. Hebreos 12.12-14.
No por favor, no me mal interprete, no estoy diciendo que este es un texto paralelo al texto en referencia, ni siquiera que pueda haber alguna conexión absoluta y apropiadamente exegética. Solo dije que este texto hace alusión a realidades espirituales ya que no nos está diciendo que físicamente metamos lo cojo en el camino. Pero lo elegí porque si tiene que ver con el sentido general de esta reflexión. LO QUE EL HOMBRE NECESITA.
Al terminar este articulo, espero que por la Gracia del Señor, Usted se haga la pregunta ¿Al enfermo lo que pida… o lo que necesita? Y sin dudar responda EL EVANGELIO DEL BENDITO SALVADOR.
Pr. Manuel Cendales S.
[1] Salmo 115.1-3
[2] Dios el Padre, Dios el Hijo. Grandes Doctrinas Pág. 181. Editorial peregrine.