Buscar este blog

Defensa ética de la moral bíblica y cristiana

Defensa ética de la moral bíblica y cristiana


EL ARTÍCULO 113 DEL CÓDIGO CIVIL: VERDAD ETERNA E INMODIFICABLE. UNA RESPUESTA A LGBT.
Mario Cely Q. (Th. M.)


El presente articulo fue la respuesta del Pastor y Maestro Mario Cely 
a quienes defienden la legalización de los matrimonio gays y la adopción de niños por estos



El fallo inhibitorio producido por la Corte Constitucional el pasado 11 de noviembre de 2010 ha sido demasiado importante debido a que nos da tiempo para reflexionar acerca de la importancia de la moralidad como motor del desarrollo de cualquier sociedad. Ha sido una bondad de Dios para que la iglesia cristiana trabaje y no duerma más en pro de la defensa del honor, la gloria de Dios y por el propio bien de los homosexuales a quienes queremos amar en el amor de Cristo.

Estas razones fundamentales nos generan cuatro preguntas para reflexión profunda.

1) ¿Debe cambiarse el artículo 42 de la Constitución para lograr la igualdad de derechos constitucionales, humanos o civiles a favor del “matrimonio” entre homosexuales?

Frente a esto debemos decir lo siguiente: existen notables diferencias entre lo que son derechos constitucionales y derechos humanos. A esto último pertenece el derecho a la vida, a la libertad de expresión y de pensamiento, o de culto y religión, etc. Sin embargo, existen otros tipos de derechos que aunque puedan ser constitucionales en ciertos países, no siempre son derechos humanos puesto que no son legítimos para la rectitud moral y lógica mental. Algunos derechos constitucionales deben contener importantes y necesarias restricciones, pues no poseen el derecho de ser practicados universalmente. Esto es lo que la Honorable Corte Constitucional debe mirar a la hora de volver a responder otra demanda contra la Constitución, en este caso contra el artículo 42. Dicho artículo de nuestra Carta Política debe permanecer “invariable por siempre”. Porque al destruir el verdadero vínculo matrimonial entre “hombre y mujer” directamente destruye la realidad familiar de la cual proviene. Por lo tanto, debe ser objeto de custodia y celo santo para que nunca se modifique en pro de los matrimonios gays. Dejar el artículo como está, de ninguna manera hay vulneración de ningún derecho humano.

Si se alega que es un derecho civil, tal argumento está basado en la falsa suposición de que la homosexualidad pertenece a la misma clase de derechos que tienen todos los hombres sin importar la raza a la hora de contraer matrimonio. Ahora bien, si comprendemos que la diferencia entre un hombre y una mujer es algo bien profundo, de otro lado, la diferencia racial no tiene ningún problema a la hora de procrear un hijo. Un blanco casado con una mujer del Chocó afro-colombiano no tiene ningún problema para expresar el amor y conducir su matrimonio por mucho tiempo.

Sin embargo, el alegato pro-gay del abogado Felipe Montoya (demandante del artículo 42 de la Constitución) simplemente no es un “problema” que tenga algo que ver con los “derechos civiles”. Se trata de un gran “capricho”. Varios estudios serios han demostrado que las uniones de parejas gays son bastante inestables; pues en la práctica muchos homosexuales tienen sexo anal con hasta 30 compañeros por año. Las consecuencias médicas y sociales son desastrosas.

2) ¿Cómo la legalización de matrimonios gay destruiría el presente y el futuro de los matrimonios heterosexuales?


En primera instancia hay que decir con claridad que la “constitucionalización” de los matrimonios homosexuales sería lo peor para el matrimonio heterosexual así como para los hijos y para toda la sociedad colombiana y de todo América Latina. Es probable que quienes buscan a toda costa legalizar la “homofilia”, aparte de la búsqueda de su propia felicidad desean ponerse a tono con lo que erróneamente hoy se denomina “avance de la civilización” en pro de los derechos humanos. La honorable Corte hará bien en evaluar correctamente lo que traerá el futuro si en el futuro contradice el más grande orden creacional establecido por Dios desde los comienzos de la humanidad (Génesis 1:28). Contradecir a Dios supone primordialmente una gran dosis de individualismo y soberbia. Quisiera pensar que los honorables magistrados que votaron a favor del matrimonio gay se equivocaron sinceramente porque quizá, no alcanzan a medir las consecuencias funestas si de suyo llegasen próximamente a fallar en pro del “matrimonio gay”. Para la sociedad colombiana se desatarían aún peores fuerzas ocultas del mal. El argumento de favorecer la diversidad sexual en pro de la igualdad y de unos derechos que no pueden existir por naturaleza tal como quedó arriba dicho, tampoco tiene bases filosóficas ni teológicas. Dichas acciones que se están llevando en todo el mundo supone un suicidio social y antropológico; pero esto poco importa, y lo que estamos presenciando actualmente es el suicidio de la humanidad. Estimo que este neo-paganismo a nivel mundial, gradualmente generará un peor debilitamiento de la poca fibra moral que aún queda en la vida humana. La obra de este secularismo travieso y sin límites, que procura el abandono total de la Ley divina traerá las desastrosas consecuencias que destruyeron el pasado imperio romano, y de las cuales nos habla el apóstol Pablo en su carta a los Romanos (1:18-32). Así como la deforestación del planeta y contaminación de los ríos y mares está trayendo muerte y desolación al mundo, de la misma forma los matrimonios homosexuales destruirán la naturaleza del matrimonio heterosexual.


Relativo a la naturaleza del matrimonio heterosexual, la aceptación de matrimonios gay supone la propia destrucción de la definición matrimonial. Tal como Dios lo instituyó en el huerto de Edén, por miles de años la humanidad ha visto en este orden natural que matrimonio se refiere a la unión de un hombre y una mujer. Filosóficamente esto puede denominarse una “proposición analítica”. Pues el concepto de matrimonio necesariamente incluye la idea de un hombre y una mujer que se comprometen a llevar a cabo un rol característico sui generis, sólo competente a cada sexo. Cualquier otro arreglo es una contradicción de esta básica definición. No basta decir “uniones homosexuales”, porque en sí, se trata de la estrategia de los abogados que buscan la total legalización constitucional de la homofilia. Un grave efecto colateral de este terrible e inédito experimento de final de la civilización será la desintegración del vínculo marital normal, a saber, la fidelidad sexual como esencia y vínculo sagrado entre un hombre y una mujer.

Relativo a esta segunda pregunta, Andrew Sullivan en su libro Virtually Normal (1996), citando a Wilson, un autor que él examina deja entrever los siguientes argumentos los cuales pretende que son una realidad mejor comparado con la vida de los matrimonios heterosexuales. Vale decir que en Colombia LGBT también ha hecho suyas estos análisis como parte implícita de su defensa a través del abogado Felipe Montoya.

a) Los matrimonios gay son más estables que los matrimonios monogámicos.
b) Los contratos maritales gay sobreviven más tiempo que los contratos o vínculos heterosexuales.
c) Hay mejor entendimiento emocional y temperamental entre dos hombres o dos mujeres que entre un hombre y una mujer.
d) Las relaciones gay son más honestas, más flexibles y más equitativas, por lo que dan ejemplo a las relaciones monogámicas.
e) Las parejas homosexuales que se comprometen lo hacen mediante un vínculo más honesto, por lo que pueden multiplicar los compañeros sexuales mientras no exista engaño. (Véase Virtually Normal, New York: VintageBooks, 1996, pp. 220-222).


Sin embargo, un reciente estudio hecho en Holanda, –primer país europeo en legalizar los matrimonios homofílicos– contradice de plano los anteriores argumentos. Los investigadores encontraron que entre las parejas homosexuales de hombres, éstos tienen un promedio de ocho parejas por año fuera de su “monógama” relación. La separación entre “ellos” por varias causas son más numerosas y más inestables que entre los matrimonios heterosexuales. (Véase http://www.frc.org).Este estudio demuestra la falsedad de los argumentos de A. Sullivan que en general se esgrimen como base para esta neo-marital y triste “institución”. La conclusión que obtengo con base en el mencionado estudio es que los matrimonios homosexuales son un real espejismo basado en una innatural y frágil relación, que en la realidad no puede prodigar verdadera felicidad. Traducido en términos teológicos se trata de una rebelión contra Dios, un suicidio social y un contrasentido antropológico.


3) El matrimonio gay será malo para los hijos y niños en general.

Con base en un reciente artículo de ChildTrends (www.childtrends.org) “los investigadores claramente demuestran que en cuanto a lo que atañe a la estructura familiar para los hijos, sólo la familia encabezada por dos padres biológicamente diferentes y con un perfil satisfactorio en conflictos matrimoniales, es lo único que ayuda a la vida humana en general. Esto contrasta con la idea de las parejas de hombres homosexuales que alientan a otros para adoptar hijos y conformar así familias. Por el lado de las uniones entre lesbianas, muchas de estas parejas están optando por tener hijos mediante inseminación artificial empleando semen anónimo de un donante. Con ello se pretende imitar que el hijo(a) es criado en un ambiente más natural. Sin embargo, el pretender que estos medios son un sustituto apropiado para la procreación de la especie humana según Dios lo ha planeado, es imposible y destructivo para la vida de los pequeños que viven y crecen entre parejas de lesbianas o de homosexuales. En otro estudio, (en www.youth.org), se ha descubierto que los niños criados por parejas homosexuales, presentan una sicopatología de total insatisfacción con su propio género, sufren un promedio más elevado de molestias dentro de su propia familia, y tienen experiencias homosexuales a temprana edad y con más frecuencia. Childtrends señala que en Estados Unidos y Europa las familias de homosexuales están presentando un índice más elevado de suicidios, depresión, contagio de SIDA, abusos de drogas y otros casos patógenos preocupantes. Esto es alarmante porque también de acuerdo a una investigación científica hecha en 1991, (ver www.pediatrics.aappublications.org) los muchachos que llegan a edades entre 12 a 14 años padecen de inseguridad grave acerca de su identidad u orientación sexual. Se descubre igualmente que ser lesbiana es una moda, es algo “chic” dentro de ciertos sectores sociales de Europa, Norte América y América Latina.

Finalmente, la aceptación del matrimonio gay fortalecerá la idea de que el matrimonio es solo anhelo de intimidad sexual sin necesidad de criar hijos. Y, a esto apunta el homosexualismo. De hecho esta es la forma más directa de destrucción del ser humano en su etapa de niñez, pues de producirse la legalización de la homofilia, a los hijos del futuro no les aguarda ninguna seguridad familiar o paternal, y la seguridad estatal no será suficiente y consecuente. “Porque no solo de pan vive el hombre”. Y esto generaría un notable cambio en nuestra concepción de las demás instituciones como la familia, el Estado, la escuela, la universidad, el propio Concejo y Congreso, las Asambleas Departamentales, el Ejército Nacional, con hombres gay que se sentarían a hacer patria desde estos diferentes escenarios.

Además, si desechamos la opinión divina del matrimonio, muy pronto la relación marital quedará desfigurada porque el proyecto homosexual buscará luego que el Estado reconozca matrimonios entre tres o más “cónyuges” que puedan convivir al mismo tiempo. En los Estados Unidos, por ejemplo, prominentes abogados están aguardando usar los matrimonies gay como una cuña para abolir el matrimonio tradicional por completo. Esta es la idea de la antropóloga-profesora Martha Ertman de la Universidad de Utah, quien sugiere sustituir la actual condición del matrimonio heterosexual por la “poliandría” (condición de estar casado con más de un cónyuge), es decir un grupo marital conformado por varios hombres homosexuales o varias mujeres lesbianas moralmente neutral. Esta profesora está convencida de que la apertura de esta clase de matrimonios produciría un mejor compañerismo entre los seres humanos, lo cual permitiría crear la neutralidad moral. (Artículo completo en lawharvard.edu).

4) Los matrimonies gay serán perjudiciales para la sociedad.


Los efectos que hemos descrito antes, por lógica consecuencia tendrán una directa y malsana repercusión sobre toda la sociedad. Esto es así por el hecho de que la sociedad está luchando directamente con su propio aprieto matrimonial monogámico y familiar debido a la crisis de la pareja heterosexual. Si el matrimonio y la vida familiar son el fundamento para una sociedad sana, la introducción de los matrimonies gay producirá todavía más incertidumbre e inestabilidad social. Esto abriría las compuertas de un mayor número de enfermedades venéreas mortales como el SIDA y una peor desorientación de la comunidad adolescente hasta elevar los índices de delincuencia, atraso, pobreza, marginación y miseria en general. Puedo llegar a pensar que el matrimonio gay, de triunfar algún día en Colombia, sería llevado a cabo por los mismos jueces, magistrados y senadores que con gran astucia impondrían esta moda al pueblo ignorante mediante hábiles triquiñuelas en nombre de la democracia. Todo esto junto, exacerbará peor a la nación generando divisiones internas y amarguras más peligrosas que las que hoy trata de combatir la justicia, para sanar un país que todavía añora la paz mediante sufrida esperanza. ¡Dios nos ayude!